El sistema educativo
japonés es uno de los mejores del mundo. Está basado en la “titulocracia”, es
decir, en la exigencia de un titulo para ocupar cierta posición social. Esto
conlleva una gran competitividad, lo cual
ha dado problemas a través de los años a los estudiantes.
A pesar de que la
educación es obligatoria solo durante
los nueve años que dura la primaria y secundaria, el 94% de los estudiantes
alcanza su educación media (bachillerato). Se estima que un tercio de los
estudiantes terminan el bachillerato se
someten a los estudios universitarios.
Su lema “Prohibido
fracasar” ha perjudicado a generaciones de jóvenes, debido a la carga académica
y presión psicológica que ésto genera. Los estudiantes
están sometidos a un sinfín de actividades escolares y extracurriculares en
busca del éxito individual. Sin embargo, se debe admitir que la promoción de la
competencia, eficacia y éxito, son factores que han influido en el desempeño de
los nipones. Puede que su nivel de exigencia se considere enorme, pero esto ha
traído como consecuencia, un alto rendimiento por parte de los japoneses y por
lo tanto, un índice próspero de desarrollo.
Japón como hemos
visto, ha alcanzado óptimos niveles educativos, al igual que el resto de países
desarrollados del planeta. Considero que su sistema educativo debe servir de
ejemplo para aquellas naciones subdesarrolladas, ya que una educación de
calidad influye en el desarrollo humano.
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